jueves, 3 de diciembre de 2015

Destrucción

No hay estabilidad a la que asirse,
no hay solución ni respuesta.
Hay simplemente miedo, hastío,
incapacidad y extrañamiento.

Pasan los años, se acumula el dolor
sin repararlo ni comprenderlo;
aceptándolo como realidad ineluctable
que llega y se marcha, que se marcha y llega.

Lo que ayer era, hoy ya no es;
lo que hoy es, podrá dejar de ser.
Lo relativo deviene absoluto,
no esperes más explicaciones.

Haces balance:
no hay heroicidadades o cobardías.
Es el susurro de las hojas,
es la humillación más grande.


2 comentarios:

  1. A veces el susurro de las hojas encierra una gran belleza, sobre todo cuando bailan en la calle al compás de un viento frío y nuevo.
    Abrazos camarada.
    JdG

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  2. Claro que lo encierra, Javier, aunque también las hojas acaben destruyéndose.

    Un abrazo.

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