sábado, 5 de diciembre de 2009

La tierra está sorda

Afirmaba tajante Sören Kierkegaard —a pesar de la tenaz etimología común de los dos términos— que ética y estética eran radicalmente incompatibles. La estética nos habla de criterios artísticos (mudables y subjetivos) mientras que la ética lo hace de valores morales (fijos y objetivos). Como todas las posturas extremistas, la de Kierkegaard más parece el dogma de un iluminado —que nunca va a renegar de su esquema mental para analizar con lupa cada caso— que una postura intelectualmente honesta.

Esta filosófica introducción viene a cuento del último trabajo (nótese que no digo "disco") de Barricada, La tierra está sorda (2009), título extraído de un verso de Cernuda, pues en él se hace imposible distinguir arte de política, así como libro de disco. Pero es que las motivaciones del creador son variopintas, no sólo existe el arte por el arte. Ya en las primera líneas del libro-disco (démosle este nombre) escribe El Drogas, autor del texto, que aquél no "tiene pretensión de dar una visión imparcial" "sobre los sucesos acaecidos en una época concreta de la historia de España". Más sincero y claro no se puede ser. Porque lo que ha hecho el grupo navarro es dar su visión sobre la Guerra Civil y la represión franquista, visión que durante la dictadura fue dada por vergonzantes hagiógrafos de asesinos metidos a historiadores que sólo tenían réplica de brillantes hispanistas extranjeros (Thomas, Southworth, Jackson, etc.), estos sí historiadores. Y trasladar esta denuncia del silencio ominoso que todavía se mantiene en este país al respecto a su lenguaje rock, duro y urbano.

Y es que Barricada no ha compuesto una sinfonía para cargar contra la Iglesia, el fascismo y la desmemoria crónica. No. Las canciones son potentes y las guitarras tan distorsionadas como siempre (la producción corre a cargo del grupo junto a Iker Piedrafita, hijo del guitarrista), pero la rabia que provoca en el cuarteto la crudeza del tema tratado ha conseguido sacar lo mejor de los navarros, y es posible que estemos, no sólo ante la más ambiciosa de sus obras, sino ante la mejor. La emoción se desborda en hermosas y sentidas canciones (acompañadas cada una de ellas en el libro de una explicación) que hablan de frustración y exterminio, de dolor y esperanza.

En Los maestros afirma Barricada que "Lo que entierran no son huesos, son las semillas que van creciendo". En Pétalos se recuerda "Cómo hubo que tragar ocultando lo vivido / Cómo jugaban a cazadores Franco y sus asesinos". No falta la crítica sin paliativos al papel de la Iglesia dando apoyo al levantamiento militar contra la República (Sotanas); el horror de la fuga del Fuerte de San Cristóbal (en el navarro monte de Ezkaba) y la posterior matanza (Infierno de piedra, La estancia, 22 de mayo); o la constatación de lo "difícil [que] es contar los pasos que se dieron por la libertad" (Por la libertad, single y peor tema del álbum, por cierto).

Más allá de la valía musical y literaria (las letras de El Drogas son excelentes) de La tierra está sorda, hay que subrayar lo necesario de un trabajo así. Aunque decenas de historiadores hayan levantado la venda impuesta por el franquismo con estudios e investigaciones de gran rigor, el que un grupo tan popular como Barricada lleve esta lucha por desterrar la ignominia a lugares a los que de otra manera no llegaría sólo puede ser motivo de celebración.

3 comentarios:

  1. No me cansaré de defender a Barricada, no pasan los años cuando el rock es tu religión¡¡¡
    Veo todo............xaxtaaaaaaaaaa¡

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  2. llego a tu blog por recomendación de tu hermano Alvaro y me ha gustado mogollón tu crítica de los grandes Barri...exelente artículo...muchos saludos!!!

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  3. Gracias por el elogio, amigo. Saludos también para ti.

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